El papa Francisco acudió este sábado por la mañana a dos pequeñas ciudades del sur de Italia marcadas por la personalidad de San Padre Pío (1887-1968), un fraile capuchino objeto de una gran devoción popular en Italia.
El pontífice visitó primero Pietrelcina, la ciudad natal de Padre Pío, en Campania, antes de dirigirse a decenas de kilómetros de allí, hasta San Giovanni Rotondo, en Apulia, donde el fraile pasó la mayor parte de su vida en un convento local.
Padre Pío, nacido como Francesco Forgione, afirmó haber recibido estigmas, heridas en las manos, los pies y el pecho similares a las de Jesucristo en la cruz.
Se dice que esas heridas le dolían mucho y que, por ello, tenía un temperamento bastante colérico.
El religioso también dijo haber tenido visiones del diablo, curas milagrosas e incluso episodios de levitación.
La Iglesia, muy reticente ante sus declaraciones, ordenó varias investigaciones sobre él e intentó controlar sus actividades, prohibiéndole oficiar misas durante décadas. Una decisión que sólo logró aumentar el aura de un hombre cuyas estatuas y estampas son omnipresentes en Italia, sobre todo en el sur.
El fraile hizo abrir en San Giovanni Rotondo un gran hospital gracias a donaciones de fieles, y el papa Francisco visitó este sábado ese centro, especialmente la unidad de oncología pediátrica donde conoció a unos 20 niños.
Antes, 40.000 fieles, según los organizadores, participaron en la misa celebrada por el papa argentino ante la iglesia-santuario de Padre Pío, obra del célebre arquitecto Renzo Piano.